Generar empleos dignos, favorecer a las comunidades, buscar la equidad en los sueldos y compensaciones, manejar las finanzas con transparencia, innovar y tomar decisiones de manera democrática son lecciones que los emprendimientos pueden tomar de las empresas sociales indígenas.
Una casa digna y educación para sus hijos. Estos son los sueños que manifestaron un grupo de mujeres de zonas rurales de pobreza extrema en Guatemala, al comenzar su trabajo como artesanas en Wakami, una empresa social de productos de moda que se diseñó en su totalidad para alcanzar esos objetivos.
A 14 años de su fundación, las familias Wakami ya están cumpliendo sus metas: la matrícula de preparatoria entre sus hijos es 75 por ciento superior a la media nacional, mientras que el 44 por ciento mejoró su vivienda.
En sus informes anuales, el mayor triunfo que celebran es el de las hijas e hijos que ingresan a la universidad, un cambio que es posible a través de la comercialización de sus accesorios a más de 15 países. La actividad productiva de Wakami genera, así, círculos virtuosos que empoderan a las mujeres, al tiempo que favorecen su situación económica.
En la historia de Wakami se condensan algunos elementos característicos de los emprendimientos sociales indígenas, como la innovación social y la generación de riqueza a través del desarrollo sostenible, explica Mario Vázquez Maguirre, profesor investigador de la UDEM y doctor en Negocios por la EGADE Business School.
[bctt tweet=”Los negocios y organizaciones interesados en promover el desarrollo social y ambiental, además del económico, tienen mucho que aprender de los emprendimientos sociales indígenas.” username=”expertopymemx”]
Los negocios y organizaciones interesados en promover el desarrollo social y ambiental, además del económico, tienen mucho que aprender de los emprendimientos sociales indígenas. Durante su conferencia en el festival de emprendimiento INC Monterrey, Vázquez Maguirre expuso algunas de estas lecciones.
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Utilizan mecanismos de mercado para crear soluciones
“Una ONG generalmente atiende, un emprendimiento social soluciona”, señaló Vázquez. Las empresas sociales desarrollan soluciones a través de un mecanismo de mercado que crea un nuevo equilibrio, es decir, que el problema se atiende de manera definitiva.
[bctt tweet=”La empresa social no hace filantropía ni se centra en dar algo material: genera beneficios económicos para erradicar una problemática. Su objetivo es crear nuevos equilibrios que permitan a las comunidades superar de manera permanente los retos planteados.” username=”expertopymemx”]
Por lo tanto, la empresa social no hace filantropía ni se centra en dar algo material: genera beneficios económicos para erradicar una problemática. Su objetivo es crear nuevos equilibrios que permitan a las comunidades superar de manera permanente los retos planteados.
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Apuestan por la innovación social, en lugar del control
La innovación social es un cambio positivo a nivel organizacional, conceptual, de procesos o de cualquier otro ámbito, y se visualiza a través de procesos para empoderar a los grupos de interés de la empresa, detalla Vázquez Maguirre.
“Yo como empresa (tradicional) quiero controlar a mi proveedor, a mi trabajador, distribuidor, cliente… eso me da estabilidad y puedo generar mayor ganancia. Pero en la empresa social necesito empoderarlos: darles las herramientas y capacidades para que ellos generen su propia visualización de bienestar”, explica.
De hecho, la empresa social no trabaja para cumplir su propia idea de bienestar, sino la que la misma comunidad visualiza, aclara. Por eso el ejemplo de Wakami es relevante: fueron las mismas trabajadoras quienes establecieron sus sueños.
“Hacen un análisis de materialidad: van y preguntan a la comunidad cuáles son sus mayores problemas. No resuelven los problemas que ellos quieren, sino los que la comunidad necesita que se resuelvan”.
Los objetivos se cumplen, precisamente, cuando la gente deja de depender de la organización. “Si ayudo tanto a un grupo que deja de depender de mí, ese es el éxito máximo de una empresa social”. ¿Qué sigue entonces? Se plantean nuevos objetivos para seguir generando riqueza.
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Visualizan la rentabilidad de forma integral
La empresa social persigue la rentabilidad como un medio para lograr sus objetivos mayores, que se refieren a la creación de nuevos equilibrios. Los participantes miden la rentabilidad a través de indicadores como:
- Empleos que se generan
- Beneficios comunitarios
- Infraestructura concluida
- Porcentaje del producto que proviene de fuentes renovables
- Certificaciones ambientales
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Buscan la escalabilidad
“La competencia no existe entre emprendedores sociales: a quienes desean dedicarse a lo mismo los ven como aliados”, sentenció Vázquez Maguirre, quien se ha dedicado a investigar a fondo la forma en que trabajan este tipo de emprendimientos.
Incluso, una de las aspiraciones es que el modelo se aplique en otros lugares. Se busca cubrir toda la cadena productiva, por lo que para escalar, se requiere cooperar con otros emprendedores sociales.
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Operan con democracia y equidad
En las empresas sociales indígenas estudiadas por el investigador, muchos de los puestos se someten a votación y a escrutinio de todos los grupos de interés. Además, lo que se acuerda en las asambleas se respeta por todos aunque en ocasiones contravenga ciertos intereses particulares.
Se trata de una cosmovisión que prevalece en las comunidades indígenas, en donde lo colectivo siempre estará por encima de lo individual. “Tienen bien desarrollada esta idea de que son una sociedad y que aunque un acuerdo en particular no les convenga, si no respetamos esa comunidad, vamos a tener muchos problemas”.
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Protegen la dignidad humana
Aún en las comunidades más alejadas de las urbes, la empresa social otorga seguridad social, beneficios de ley, fondos de ahorro, premios a la puntualidad y otras prestaciones laborales, porque se protege la dignidad humana.
Un rasgo crucial destacado por el investigador es que las diferencias salariales son mucho menores que en las empresas urbanas. El ratio entre lo que gana el gerente y lo que gana el empleado de menor salario es de 3 a 1 o, máximo, de 5 a 1. En contraparte, en Monterrey este ratio es de 300 a 1.
Esta desigualdad de las ciudades genera inseguridad, advierte el académico. “Por eso probablemente ningún presidente podrá asegurar un estado seguro, porque estructuralmente somos demasiado desiguales para garantizar una seguridad”.
La igualdad en los emprendimientos sociales indígenas no sólo es salarial. Las relaciones son más horizontales y se maneja un máximo de 3 niveles jerárquicos, mientras que en la empresa tradicional llegan a existir hasta 10 o más eslabones de autoridad.
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Operan con mayor igualdad de género
Vázquez Maguirre cuenta que una vez, un aserradero comenzó a contratar mujeres para labores cotidianas de producción, con una alta demanda física. De inmediato, los varones acudieron a quejarse con el gerente, quien les explicó que no podía despedir a las trabajadoras sin un motivo, pero que seguramente sus malos resultados ofrecerían pronto las razones de peso que necesitaba para liquidarlas.
La sorpresa fue que se quedaron esperando: el grupo de mujeres fue el más productivo. Y las trabajadoras que se les unieron después mantuvieron el estándar. Al final, el 95 por ciento de la fuerza laboral estaba constituida por mujeres.
“Cuando las entrevisté, las mujeres me decían… ¿tú te puedes imaginar lo que yo he sufrido con los hombres, el machismo… tú sabes con qué humillación yo iba a trabajar, sabiendo que si no conservaba este empleo, no tenía otro empleo?”. ¡Jamás les iban a ganar con esa motivación! Ellas se lo ganaron porque estaban mucho más motivadas”, resalta Vázquez Maguirre.
La lección mayor es: empodera
Las empresas sociales indígenas empoderan, no controlan. Este paradigma se traduce en políticas concretas, como el hecho de que no despiden a nadie, lo que finalmente eleva la productividad porque el ausentismo es mínimo y la lealtad es muy alta.
[bctt tweet=”Las empresas sociales indígenas empoderan, no controlan. Este paradigma se traduce en políticas concretas, como el hecho de que no despiden a nadie, lo que finalmente eleva la productividad porque el ausentismo es mínimo y la lealtad es muy alta.” username=”expertopymemx”]
“En lugar de controlar y evaluar todo y de haber diferencias estratosféricas, hay más igualdad, empoderamiento y confianza”, resume Vázquez Maguirre. Algunas empresas sociales urbanas están intentando adoptar esta lógica, pero para lograrlo primero deben entender que la ventaja competitiva siempre se ganará innovando y empoderando.